La transformación de los miembros torácicos en alas ha llevado
consigo importantes cambios que se pueden resumir de la siguiente manera:
- Existe un esqueleto zonal completo integrado por tres huesos,
el coracoides, la clavícula y la escápula.
- El esqueleto apendicular ha sufrido una reducción en el número
de huesos y el húmero está neumatizado.
El hueso coracoides, está muy desarrollado, conectando el esternón con el miembro torácico. De este modo, contribuye a mantener alejada el ala del esternón durante el vuelo, y, junto con las costillas, evita que el tórax se colapse durante el batido del ala.
La fúrcula, este hueso puede faltar o ser muy rudimentario en
ciertas especies de loros.

El cúbito tiene un mayor desarrollo que el radio y ambos huesos
están curvados, lo que los protege de fuerzas de doblamiento en el plano del
ala. La epífisis distal del cubito puede
ser usada para la administración de sustancias vía intramedular. Respecto a
los huesos del carpo, hay una notable reducción de los mismos en comparación
con los mamíferos. En la fila proximal sólo persisten los huesos carporradial y
carpocubital, mientras que los huesos de la fila distal se fusionan con el metacarpo,
constituyendo el llamado carpometacarpo.
De aquí surgen tres dedos: el mayor, provisto de dos falanges,
el menor, con una falange y el alular, también con dos falanges. Unidas al
carpometacarpo y a las falanges de los dedos mayor y menor están las plumas de
vuelo primarias, mientras que el dedo alular sirve de soporte al ala bastarda. Cuando el ave todavía es un polluelo, se
puede extirpar la punta del ala seccionándola a nivel de la zona proximal del
carpometacarpo, con lo que se le impide volar.
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