El
esqueleto de las aves es más ligero que el de los mamíferos, pues gran parte de
sus huesos contiene aire (neumatización) en lugar de médula ósea. Las
cavidades óseas están en comunicación con el sistema respiratorio y tienen como
finalidad disminuir el peso corporal para favorecer el vuelo. Constituyen
excepciones a este respecto los huesos situados distalmente al húmero y a la
pelvis.
La disminución del peso en el tejido óseo puede llegar a casos
extremos. Así, por ejemplo, en el águila calva, de unos 4 Kg de peso, mientras
que el plumaje alcanza los 600 gramos, el esqueleto completo no supera los 300
gramos. Por otra parte, los huesos de las aves son más ricos en sustancias inorgánicas (fosfato cálcico) que los de los mamíferos, llegando a contener hasta un 84% de estas sustancias.Los huesos largos, además, presentan una cortical muy fina y la cavidad medular contiene una red de trabéculas que aumentan la resistencia del hueso.
Estas circunstancias dan lugar a que los huesos de las aves sean más duros pero a la vez más frágiles y menos elásticos que los de los mamíferos. Por ese motivo, al producirse una fractura se astillan fácilmente, lo que imposibilita su reparación mediante empleo de placas de metal o clavos que destruyen la estructura interna. Por todo ello, lo más apropiado para la corrección de fracturas es el uso de fijadores externos.
Estas circunstancias dan lugar a que los huesos de las aves sean más duros pero a la vez más frágiles y menos elásticos que los de los mamíferos. Por ese motivo, al producirse una fractura se astillan fácilmente, lo que imposibilita su reparación mediante empleo de placas de metal o clavos que destruyen la estructura interna. Por todo ello, lo más apropiado para la corrección de fracturas es el uso de fijadores externos.
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