Los miembros
pelvianos sirven para la locomoción, en el medio terrestre o en el acuático. El
esqueleto zonal consta de tres huesos, como en los mamíferos: ilion, isquion y
pubis, que se unen para formar el coxal. Los dos coxales, salvo en contadas especies,
no se fusionan, pero sí lo hace el hueso ilion con el hueso sinsacro. Proporcionalmente,
el isquion es mayor que el de los mamíferos y forma buena parte de la pared
lateral de la pelvis.
El pubis es un
hueso largo y fino, extendido y palpable bajo la piel. La flexibilidad que presenta el extremo de
este hueso puede permitir conocer la edad del ave en cuestión. El fémur es
parecido al de los mamíferos y su extremo distal se inclina cráneo-lateralmente,
acercando gran parte del miembro pelviano al centro de gravedad del cuerpo. Las
aves también poseen rótula. Respecto a los huesos de la pierna, mientras que el
peroné se reduce a un fino hueso afilado, la tibia incorpora distalmente la
fila proximal de huesos tarsianos, lo que forma el tibiotarso, el fémur y el
tibiotarso, a diferencia de otros huesos largos, son muy ricos en médula ósea.
El esqueleto del
pie está formado por los huesos metatarsianos II, III y IV, que se fusionan con
la fila distal de huesos tarsianos para formar el tarsometatarso. El extremo de
éste termina en una triple tróclea de donde surgen las falanges de los dedos
II, III y IV. Existe un pequeño
metatarsiano I que está unido al tarsometatarso por ligamentos. Las aves por
tanto, presentan 4 dedos en la pata provistos de dos, tres, cuatro y cinco
falanges, respectivamente. La falange más distal forma la base ósea de la uña o
garra.
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