martes, 18 de noviembre de 2014

10.- Aparato Digestivo de las aves_ Parte 2

El proventrículo, ventrículo o estómago glandular, está en contacto ventral con el lóbulo izquierdo del hígado. Presenta una pared rica en glándulas que segregan mucus, enzimas (pepsina) y ácido clorhídrico. Este último componente, en las aves carnívoras (rapaces) es imprescindible para la digestión de la carne e incluso de los huesos ingeridos.

La molleja o estómago muscular, queda más caudal y también se relaciona con el hígado, pero establece un contacto más extenso con el esternón y la parte ventral de la pared abdominal izquierda. Suele alojar granos de arena y piedras para favorecer el triturado del alimento, lo que funcionalmente suple la carencia de dientes en las aves. Su pared muscular es más potente en las granívoras (que comen granos enteros) que en las carnívoras, y su mucosa segrega una sustancia queratinizada que la protege de los posibles daños que pueden causar los guijarros o piedrecillas ingeridas. Esta porción del estómago, en ciertas aves (rapaces como búhos) puede retener muchos de los desechos alimenticios (pelos, plumas, huesos), que son regurgitados en forma de bolas o pelotas, denominadas “egagrópilas”. El estudio de las mismas permite conocer las preferencias alimentarias de las distintas especies.

El intestino queda comprendido en el saco peritoneal ventral, ocupa la parte caudal de la cavidad corporal y establece relación con la molleja y los órganos reproductores. Consta de duodeno, yeyuno, íleon, dos sacos ciegos y recto. Su longitud y desarrollo dependen del tipo de alimentación, siendo muy largo en las aves granívoras y herbívoras, y más corto en las frugívoras y carnívoras. En el yeyuno puede ser  observado el divertículo vitelino, resto del primitivo saco vitelino que durante los primeros días de vida nutrirá al pollito recién eclosionado. Los ciegos, ausentes en las psitácidas, se abren en la zona de tránsito del intestino delgado al grueso. Su tamaño también depende del tipo de alimentación, siendo muy corto en las granívoras y muy largo en las herbívoras. Parece ser que los ciegos facilitan la digestión de la celulosa, la absorción de agua, e incluso, en ciertas aves como las palomas, dada su riqueza en tejido linfoide actúan como auténticos órganos defensivos. El recto desemboca en la cloaca, zona de encrucijada también para la desembocadura de los conductos genitales y urinarios.

Fisiológicamente se divide en tres compartimentos:

a) Coproceo: compartimento  donde termina el recto y se acumulan las heces.

b) Uroceo: compartimento medio donde desembocan los conductos urogenitales.

c) Proctoceo: compartimento caudal, que comunica al exterior a través del orificio cloacal, provisto de musculatura esfintérea.

La gran capacidad digestiva que presentan las aves hace que sean capaces de utilizar la mayor parte del alimento ingerido, por lo que sus excrementos, aunque numerosos, son de escaso tamaño.

En la exploración del ave es interesante observar el estado de las plumas que rodean la cloaca. En casos de diarrea estas plumas siempre estarán manchadas por heces.

En cuanto a las vísceras adjuntas al tubo intestinal, el hígado queda envuelto en 4 sacos peritoneales (dos sacos hepáticos ventrales y dos dorsales). Presenta dos lóbulos principales, derecho e izquierdo; del izquierdo surge el conducto hepatopancreático que drena la bilis directamente al duodeno. Del derecho parten dos cortos conductos hepatocísticos que llevan la bilis a la vesícula biliar (ausente en ciertas especies de psitácidas, la paloma y el avestruz). En el páncreas se describen tres lóbulos (dorsal, ventral y esplénico) y de cada uno de ellos arranca el correspondiente conducto pancreático hacia el duodeno. La forma del bazo es variable y queda situado entre la molleja, el proventrículo y la vesícula biliar, no actuando como reservorio sanguíneo. Por lo general, indica que las aves ingieren diariamente alimentos que suponen el 25-30% de su peso corporal, dado su alto metabolismo. Así, se requieren grandes aportes energéticos, por lo que las aves de menor tamaño, como los pequeños paseriformes, sucumben fácilmente si permanecen varias horas con el intestino vacío.

Ello da lugar a que dichas aves necesiten comer mucho y de forma frecuente.

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